Dejamos en la anterior entrada al entrenador como figura orientativa de forma general, siendo el creador de la propuesta del modelo de juego y el espectador de su puesta en práctica.
Siguiendo con la creación del modelo de juego, podemos decir que éste se construye no sólo debido a la plantilla sino en función de ésta y de las propias convicciones del entrenador. Podemos añadir entonces que el entrenador debe ser coherente con su forma de ver el juego de un equipo, teniendo en cuenta la posible evolución que puede surgir en el equipo debido a las características y capacidades de los jugadores.
El jugador figura como un ser dentro de un equipo en constante aprendizaje y evolución, lo que implica que el modelo de juego llevado a cabo en la propuesta del entrenador, deba tener un carácter adaptativo con el fin de “construir un jugador más autónomo y eficiente “(Catelo,J.).
Con la aplicación del modelo de juego, cada jugador sabe lo que el equipo necesita de él, y él sabe cómo satisfacer dicha necesidad. Además el jugador debe tener claro los “principios de acción colectiva” para con su trabajo contribuir al desarrollo del modelo de juego en sus diferentes situaciones (ataque, defensa y transiciones). Partiendo de su disponibilidad para llevar a cabo el modelo de juego del equipo basado en los “principios de acción colectiva”, habrá que tener en cuenta en todo momento el mencionado carácter adaptativo para así poder perfeccionar y evolucionar dicho modelo de juego.
Podríamos concluir que el modelo de juego es propuesto por el entrenador, pero fabricado por los jugadores en función de sus posibilidades ,“respeta el sentimiento de autorrealización” (Cano, O.).
“A medida que se vaya construyendo un modelo de juego, es necesario someterlo a interrogación sistemática, esto es, se va construyendo progresivamente, desconstruyendo y reconstruyendo”. (Castelo, J.).