"Deben ser indeterministas, cuestionadores del orden existente; deben buscar explicaciones divergentes a las que se dan por aceptadas y ser críticos permanentes con lo que se tiene por cierto" Ávila Fuenmayor

sábado, 21 de agosto de 2010

Figura del entrenador y modelo de juego 2


“La concepción de un modelo de juego, deberá atender a la especificidad de las características de los jugadores del equipo, de forma que puedan exprimir natural y eficazmente sus propias capacidades. Uniendo y sincronizando todas estas capacidades, se establece la posibilidad del equipo para responder como un todo ante las diferentes situaciones de juego” Castelo, J.

Dejamos en la anterior entrada al entrenador como figura orientativa de forma general, siendo el creador de la propuesta del modelo de juego y el espectador de su puesta en práctica.

Siguiendo con la creación del modelo de juego, podemos decir que éste se construye no sólo debido a la plantilla sino en función de ésta y de las propias convicciones del entrenador. Podemos añadir entonces que el entrenador debe ser coherente con su forma de ver el juego de un equipo, teniendo en cuenta la posible evolución que puede surgir en el equipo debido a las características y capacidades de los jugadores.


El jugador figura como un ser dentro de un equipo en constante aprendizaje y evolución, lo que implica que el modelo de juego llevado a cabo en la propuesta del entrenador, deba tener un carácter adaptativo con el fin de “construir un jugador más autónomo y eficiente “(Catelo,J.).

Con la aplicación del modelo de juego, cada jugador sabe lo que el equipo necesita de él, y él sabe cómo satisfacer dicha necesidad. Además el jugador debe tener claro los “principios de acción colectiva” para con su trabajo contribuir al desarrollo del modelo de juego en sus diferentes situaciones (ataque, defensa y transiciones). Partiendo de su disponibilidad para llevar a cabo el modelo de juego del equipo basado en los “principios de acción colectiva”, habrá que tener en cuenta en todo momento el mencionado carácter adaptativo para así poder perfeccionar y evolucionar dicho modelo de juego.

Podríamos concluir que el modelo de juego es propuesto por el entrenador, pero fabricado por los jugadores en función de sus posibilidades ,“respeta el sentimiento de autorrealización” (Cano, O.).

“A medida que se vaya construyendo un modelo de juego, es necesario someterlo a interrogación sistemática, esto es, se va construyendo progresivamente, desconstruyendo y reconstruyendo”. (Castelo, J.).

Marco Tamarit

domingo, 15 de agosto de 2010

Figura del entrenador y modelo de juego

"Deben ser indeterministas, cuestionadores del orden existente; deben buscar explicaciones divergentes a las que se dan por aceptadas y ser críticos permanentes con lo que se tiene por cierto" Ávila Fuenmayor (2002 cit. por Cano, O. en 2009).

Para que un equipo posea una identidad clara se debe saber qué se quiere conseguir o a lo que se "aspira" y luego que se debe realizar o cumplir para llegar a dicha aspiración. Para todo ésto es imprescindible la creación de un modelo de juego por parte del entrenador del equipo.

Dicho modelo de juego debe ser cuestionado y replanteado por parte del entrenador siendo el modelo de juego el mero ejemplo práctico del Fútbol. Es decir, no llegando a ser nuestro modelo de juego algo predeterminado y marcado por pautas cerradas, sino abierto al cambio, y a lo imprevisible del jugar.

Nuestra creación del modelo de juego es la guía para nuestro equipo. Aún así esto no resta libertad e implica que cada jugador continúe creando, basándose en su propia experiencia, siendo un proceso basado en la interacción del jugador con su propio entorno, el juego (constructivismo).

Por tanto ante nuestra propuesta de modelo de juego no existe neutralidad ni rigidez, sólo influencia en la medida de lo necesario al futbolista. No debe el futbolista adaptarse a nuestra propuesta sino que somos nosotros los que debemos partir de las condiciones de los jugadores para que ellos puedan adaptar esa propuesta. Como nos dice Cano, O. en su libro El modelo de juego del F.C.Barcelona, "Los deportistas, mejoran su rendimiento jugando juntos y con el balón como vínculo predilecto, así que los técnicos deben "dejar ser" a los futbolistas, concediéndoles un tejido de transmisión de pareceres coincidentes".

Un ejemplo a todo esto podría llevarse en la selección española actual. ¿Podríamos pedir a un equipo con tal cúmulo de talento para el juego combinativo que jugasen a "empatar", o que jugasen con un sistema defensivo basado en determinados marcajes individuales y con la líneas escasamente adelantadas, o con un ataque basado en el juego directo desde el minuto 1 de partido? Pues si fuese así no se engarzaría el modelo de juego propuesto por parte del entrenador con el de los futbolistas que se encuentran en el terreno. Habría un claro desajuste ya que se pondría límites a lo que desean o saben hacer los jugadores, a lo que ya han construido y a lo que está asentado de manera natural.

Concluimos de momento dejando la figura del entrenador como base orientadora. Seguiremos dándole vueltas a esto en la próxima entrada.


Marco Tamarit

jueves, 12 de agosto de 2010

La figura del entrenador



"El entrenador es un elemento que debe regularizar las evidencias destacadas de la interretroacción entre sus pupilos, sin erigirse como un instructor de nivel superior, hecho que nos ubicaría como componente distorsionador del proceso lógico" (Cano, O. 2009).



Pronto subiré una entrada en relación a la figura del entrenador y su trabajo con respecto a los jugadores, siendo estos últimos los protagonistas del verdadero jugar.


Marco Tamarit

viernes, 6 de agosto de 2010

El fútbol es de pícaros


“El fútbol no es precisamente orden en el sentido académico de la expresión. Mucho más, es desorden. Mucho más que orden es picardía, siendo que es “arte del imprevisto” (Ortega cit. por Panzeri, D. en 1967.)

¿Cuántas veces hemos escuchado esas frases tan habituales en un banquillo o grada de cualquier campo de fútbol? Esas frases del estilo:

“El fútbol es para listos”

“Qué poca picardía tiene”


Éste tipo de frases son sólo un ejemplo de lo que se puede escuchar. Dichas expresiones pueden tener varias interpretaciones que pueden ir relacionadas entre otras con la infracción de las reglas o con la forma de jugar.

Si partimos de la base en la que consideramos al fútbol como un deporte imprevisible (cómo comentábamos en la entrada del 22 de Junio), a su vez incontrolable y en el que concurren multitud de parámetros, en los que podríamos incluir dentro de estos la picardía. Si citamos la acepción número 2 y 3 expuestas en el diccionario de la RAE nos encontraríamos lo siguiente:

“Bellaquería, astucia, o disimulo en decir algo”
“Travesura de muchachos, chasco, burla inocente”

Sin querer caer en el tópico del uso del diccionario para definir algo pero sí teniéndolo en cuenta podríamos leer entre líneas que estas dos acepciones esconden como dice Ortega, el “arte del imprevisto”, el engaño. Caminando más hacia el desglose de la palabra picardía y agregándole el verbo engañar podríamos decir que el fútbol en su esencia es el ENGAÑO.

Puede sonar raro pero sí, el engaño. El engaño a través de un regate, mediante un desmarque, realizando un tiro penal, y en todas las acciones que se dan durante una situación de juego. Esto nos lleva a un jugar en un clima de “engaño”, visto esto desde el punto de vista práctico, es decir, “dar a la mentira apariencia de verdad”.

Sin querer desmenuzar de forma semántica pero si entender el verdadero significado del término picardía llevado al fútbol, podemos darle al vocablo una valoración positiva, siendo necesario para la práctica del fútbol. Necesidad que camina junto a lo espontáneo y que engloba a la imprevisibilidad de las acciones.

En la entrada anterior (29 de Julio) ya hablábamos de la importancia del fútbol de calle. Este fútbol es el que nos puede llevar a desarrollar la picardía de forma natural sin llegar a connotaciones negativas, siempre dentro de un terreno de juego y con el fin de “engañar” al adversario.

El fútbol por lo general (con claras excepciones) de hoy en día gira en torno a la disciplina a las pautas marcadas y a la falta de espontaneidad. Con esto pecamos de conseguir una forma de juego y de entrenamiento estandarizada en el que se priva de libertad al futbolista, teniendo esto mayor repercusión en jóvenes futbolistas en procesos de formación.

Sólo queda la tarea de saber y entender que la picardía no se enseña, ésta sólo la enseña la libertad y espontaneidad del “fútbol de calle”. En el momento que la picardía se enseña es cuando rompemos la esencia del fútbol y la picardía se convierte en “acción baja, ruindad, vileza, engaño o maldad”. Por tanto dejemos que se juegue en la calle y traslademos ésto a nuestro entrenamiento.

Por tanto podemos decir que la picardía es parte fundamental de la esencia del fútbol, es necesaria.

Marco Tamarit