"Deben ser indeterministas, cuestionadores del orden existente; deben buscar explicaciones divergentes a las que se dan por aceptadas y ser críticos permanentes con lo que se tiene por cierto" Ávila Fuenmayor

viernes, 24 de mayo de 2013

Inteligencia colectiva

Cada pensamiento (surgido del juego) lleva a una acción individual, que posteriormente implica un pensamiento colectivo y por consecuencia una acción colectiva.


El fútbol está compuesto por multitud de elementos incontrolables que conforman un sistema. Un cambio en cualquiera de estos elementos influye en el resto de las partes. Es por eso por lo que se debe crear una inteligencia colectiva dónde todo el mundo responda ante lo que surge. Para ello es fundamental generar un objetivo común, fomentando relaciones de cooperación y oposición entre los jugadores de un equipo.




El futbolista por instinto y también por falta de entrenamiento adecuado, suele dirigir su atención única y exclusivamente en función del rival y del balón, sin tener en cuenta el colectivo al que va unido y al que se enfrenta. Su implicación no alcanza ni el 60 % (desde mi punto de vista) de los estímulos que surgen durante un partido de fútbol. Esto implica un importante desajuste que lleva a no poder trabajar como un bloque en situaciones en las que no se posee el balón. Al crearse un importante desajuste cuando no tenemos la posesión, cuando se recupera, el desajuste sigue estando presente y la elaboración de juego se entorpece en mayor medida.

De ésta forma la organización colectiva marca el devenir de un equipo por encima de la superioridad individual de cada uno de los individuos que puedan formar dicho colectivo. Nunca encontramos el éxito en “el” sino en “ellos”.

El mejor jugador de un equipo es el equipo en sí y la formación de un colectivo unido a través de conexiones que van más allá del propio talento. El jugador como ser individual dentro del colectivo debe ser una pieza inteligente y cohesionada con el resto, con capacidad para trabajar en dirección hacia el propio colectivo. No deben existir alternativas que puedan llevar a una ruptura.

Como decíamos antes, debe ser una pieza inteligente y actuar como tal. El jugador que camina hacia el colectivo debe pensar jugando y jugar pensando. El pensar jugando que lleva al desarrollo de la inteligencia del propio jugador aportará organización al colectivo, ya que pensará para éste.

La organización nos llevará a un pensamiento individual proyectado a un pensamiento común, colectivo, en el que desde la libertad individual, cada jugador sepa cómo reaccionar ante determinados estímulos. Los jugadores  ante un mismo estímulo reaccionarán de diferente forma  en relación a su función dentro del terreno de juego pero si pensarán de la misma forma, pensarán desde y hacia el colectivo. Aquí se crearán las famosas “sinergias” de las que todo el mundo ahora habla…un conjunto de causas para conseguir un efecto superior.

Para asentar el pensar común, se debe crear un modelo de juego con identidad propia que permita trabajar desarrollando automatismos que se proyectarán de forma posterior en la alternancia de la competición, una inteligencia colectiva. Esto se debe dar bajo  el desarrollo de una base zonal, que marque el sentir colectivo. 


La inteligencia y organización colectiva creará un fútbol que cumplirá el principio de “entereza inquebrantable".

Marco Tamarit