“Normalmente el ganador es el más inteligente, el más hábil, no el que más corre. Acaso, sí, el más veloz para hacer que corra la pelota, pero no el más veloz en una imagen atlética o pedestre”
Es habitual en el mundo del fútbol exponer que la cualidad física suprema es la fuerza y posteriormente la velocidad. La velocidad expresada por lo general en situaciones límite en las que hay que llegar al balón antes que el contrario en su disputa, o en relación a jugar corriendo con la pelota en los pies.
A mi entender la velocidad va relacionada de forma directa con el intelecto y marca la acción-reacción dentro del jugar. La velocidad no puede depender de su entrenamiento en sus tres manifestaciones de forma desintegrada y desfragmentada (gestual, reacción y desplazamiento) ni siquiera en un trabajo globalizado dónde se den las tres formas. Dicha cualidad física va estrechamente relacionada con la "concentración táctica". Citando a Carvalhal, C.(cit. por Tamarit, X. en 2007) podríamos ejemplificarlo de la siguiente forma:
“si queremos correr una distancia a máxima velocidad, lo haremos con una gran intensidad. Sin embargo, si queremos realizar esa misma distancia con una bandeja llena de copas, y si hiciésemos ese trayecto con la máxima velocidad posible sin que las copas se caigan, necesariamente esta segunda acción, a pesar de ser más lenta, tiene más intensidad porque exige más concentración”.
Aquí aparece de forma necesaria la capacidad perceptiva que nos conduce a la concentración. Queremos con esto llegar a que la velocidad de desplazamiento será importante en la medida que la velocidad “táctica” funcione a una máxima intensidad conducida por la “concentración táctica”. La velocidad es mucho más que un proceso externo en el que se observa un movimiento, es un aspecto que marca la intensidad a todos los niveles que engloba el fútbol
Por tanto la velocidad va unida a un proceso perceptivo de gran selección de estímulos y que gracias a la “concentración táctica” del individuo, la selección será la adecuada en un determinado momento de juego.
La velocidad cómo cualidad puede ser adquirida y trabajada en cualquier tipo de futbolista, no obstante, la velocidad como habilidad táctica nace dentro del jugador talentoso y es potenciada a través del entrenamiento. Dicho potencial unido a la concentración táctica del equipo dentro del complejo entramado de éste, nos lleva a jugar rápido, “jugando lento”, a jugar de forma inteligente y a descansar de las “velocidades” jugando al fútbol.
De aquí esa magnífica frase oída en muchos campos de fútbol:
“¡Qué corra el balón y no nosotros!”
Marco Tamarit.
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