"Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol". (Eduardo Sacheri, en Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol)
Tras éste largo periodo sin actualizar mi blog, quisiera reactivarlo haciendo una entrada algo diferente, nada fuera de lo habitual pero sí al menos peculiar. Antes que nada quisiera no justificar pero si reflejar que el terreno, el campo me tiene alejado de la actualización del blog, pero que poco a poco iremos retomando.
Hoy quería hablaros como bien expuse no hace mucho, del modelo de juego pero de una forma un tanto peculiar. No quiero hablaros de su construcción, de parámetros a seguir, de la forma de llevarlo a cabo (aspectos que muchos me habéis reclamado). Quisiera ser algo más abstracto y hablar de la personalización del modelo de juego.
¿No creen que la forma de ser del entrenador se ve reflejada en su modelo de juego? Yo al menos así lo siento cuando trabajo con mi equipo. Yo me veo reflejado en el campo a nivel personal, veo como mis virtudes y mis defectos se proyectan sobre las virtudes y defectos de mis futbolistas. No sabría ejemplificar con claridad ejemplos que se puedan dar en la élite ya que no me siento con capacidad para juzgar la forma de ser de personas que sólo conozco a través de medios de comunicación y algunas publicaciones.
Pero prueben a analizar comportamientos de entrenadores en el banquillo, en salas de prensa, en entrevistas y hagan un paralelismo con cómo juega el equipo que ese entrenador dirige. O aún mejor comprueben como esos entrenadores que antes eran futbolistas de élite proyectan su forma de ser cuando eran jugadores en la forma de jugar de su actual equipo. Yo podría decir que se observan muchas similitudes.
Yo observo en esa línea un equipo como el F.C. Barcelona muy en la línea de la forma de ser de su entrenador, honesto, humilde, exigente consigo mismo, luchador, inteligente, virtuoso… se me ocurrirían miles de virtudes que coinciden en la forma de jugar y en su forma de ser. Claro está que esto es un juicio desde un punto de vista externo y desde el escaso conocimiento que yo pueda tener de ésta circunstancia. Algunos dirán que hablo por hablar y que es evidente que la forma de ser de una persona va intrínseca en su forma de entrenar… Puede ser que sí pero la esencia de una persona proyectada a una plantilla no implica que ésta la admita, la procese y la refleje en el campo. Es necesaria una complementariedad, que las piezas encajen, que existan lazos de unión, que existan un compromiso entre la forma de ser del entrenador, de los jugadores y que sea canalizado a través del modelo de juego pactado. Se puede decir en otras palabras que exista AMOR.
Marco Tamarit
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